¿Alguien puede tener tan mala suerte como para incendiar la ciudad entera? Según la leyenda, Eduviges la tenía. La historia culpa a ella de iniciar el gran fuego que tuvo lugar en la noche del 7 al 8 de mayo de 1575.
Era principios de mayo del año 1575 y Lublin bullía de vida. La ciudad se preparaba para una fiesta importante: la de San Estanislao. Todos que tenían un poco de voluntad, trabajaban intensivamente: limpiaban, montaban los puestos y las mujeres del pueblo competían en la cantidad de pasteles, panqueques y otros manjares hechos que debían venderse durante la fiesta.
Eduviges, cuya cocina pequeña estaba cerca de la Fara de Lublin, hacía lo mismo y fritaba panqueques crujientes y deliciosas. Se dice que estaban ricas y la receta se transmitía de generación en generación. Por la noche, todos los ciudadanos eran cansados del trabajo y se fueron a tomar un merecido descanso. Todos, ¡pero no Eduviges! Ella todavía cocinaba y fritaba otra panqueque y otra más. Probablemente contaba, como otras mujeres del pueblo, con los elogios del gusto y ventas altas.
Sin embargo, fatiga ganó y Eduviges se quedó dormida sobre una cocina caliente. La despertó el olor de quemadura y el fuego que se extendía por todo el apartamento. Eduviges huyó, pero el fuego se propagaba a un ritmo vertiginoso y consumaba más casas. Los habitantes de Lublin al ver la magnitud de la destrucción, intentaban salvar todo lo que pudieron y luchaban contra el fuego. Desgraciadamente, el incendio fue tan extenso que engulló la mayoría de los edificios de madera de la ciudad.
Esta noche y el día siguiente, que deberían haber sido festivos y llenos de diversión, fueron unas de las fechas más trágicas en la historia de la ciudad, pero los habitantes no se dieron por vencido y día tras día, de la mañana a la noche, lentamente y tercamente levantaban la ciudad de las ruinas, trabajando con constancia. La ciudad fue reconstruida. Nuevas casas adosadas eran de ladrillo, con paredes de colores y decoraciones bonitas. Muchas de ellas aún podemos admirar en el Casco Antiguo de Lublin. Se dice que fue entonces cuando un nuevo estilo arquitectónico, es decir, el Renacimiento, llegó a Lublin.
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